Es frecuente sentirnos adictos a las emociones. ¿Sientes que necesitas más y más? ¿Necesitas estar probando siempre cosas nuevas? ¿Te invade sensación de vacío cuando la novedad pierde su encanto? ¿Quieres evitar esa sensación de vacío, tristeza o dolor a toda costa?
¿Sabes por qué te ocurre esto?
Muchas veces buscamos la novedad o hacemos cosas e incluso nos volvemos adictos/as a algo como las drogas, el alcohol, el porno, la televisión o el deporte. Caemos en estas adicciones para calmar el dolor, la ansiedad o la depresión que sentimos a diario. A través del exterior, buscamos aquello que nos resulta agradable y placentero para dejar de sentirnos mal. Algunos estudios corroboran esta relación entre la novedad y la adicción.
Adictos a las emociones ¿Funciona?
La verdad es que no. Cuando cesa el subidón de experimentar la novedad, la sensación de dolor, vacío, enfado o frustración vuelven. Es aquí cuando descubres que cada vez necesitas mayores dosis de lo que te hace sentirte bien. Esa continua búsqueda de agentes externos que te llevan a sentir placer resulta agotadora. Lo peor de esto es que no consigues que desaparezca la sensación de vacío o dolor de la que intentas huir.
¿Qué puedo hacer?
Pensamos que los estímulos externos que me generan placer me llevarán a cambiar mi sensación interior. Este es un pensamiento erróneo, ningún agente externo podrá cambiar nuestro mundo interior, no nos ayudarán a olvidar esos sentimientos molestos que nos acosan.
Cuando los sentimiento desagradables o dolorosos nos invaden lo primero que podemos hacer es dejar de huir. Afrontarlos nos llevará a plantearnos ciertos interrogantes que nos ayudarán a salir adelante: ¿Quién soy? ¿Estoy bien? ¿Cómo quiero vivir mi vida? ¿Me estoy maltratando? ¿Para quién estoy haciendo todo esto?
Estas preguntas nos vienen a la cabeza cuando nos damos cuenta de que nada del exterior nos hará felices. Así nos concienciamos de la gran cantidad de energía que gastamos en la imagen ideal que ofrecemos al mundo y lo agotador que resulta preocuparnos por esa imagen. En ese momento, al pararnos y dejar de huir de ese sentimiento del que nos queríamos liberar, lo afrontamos y lo observamos desde la calma. Aquí empezamos a vislumbrar quiénes somos de verdad.
Al principio resulta incómodo, habrá cierta incertidumbre ante lo desconocido y no podrás predecir el siguiente paso. A cambio, descubrirás quién eres en realidad, lo que ya no te sirve, encontrarás nuevas experiencias y oportunidades y serás tú quien empiece a construir el futuro que quieres.
Si quieres que te ayudemos a conocerte mejor e impulsar tu bienestar infórmate de nuestro servicio de coaching.
Francis Ferris
Coach certificada